“Ustedes son mi promesa al mundo.”

(P. José Kentenich)

Estas palabras nos las dirige el Fundador a nosotras, Hermanas de María de Schoenstatt.
Son palabras que despiertan esperanza.
Se trata de una promesa que intentamos cumplir personalmente y en comunidad.

Un tiempo nuevo

María hoy

1914. En el destello de un tiempo nuevo, el Padre Kentenich se da cuenta de que este
mundo nuevo, sin precedentes, necesita:

Personas que ardan de amor por Dios y se decidan por Él con libertad interior, que se abandonen en Dios y estén enteramente a su disposición.

Personas que hablen con su vida y su personalidad.

Personas que, confiando en Dios, con coraje y creatividad, contribuyan a la edificación de este mundo nuevo.

Personas como María.

 

Un movimiento eclesial nuevo: Schoenstatt

Schoenstatt

Durante la Primera Guerra Mundial se origina un movimiento eclesial en Schoenstatt, que nace de la Alianza de Amor con María. El movimiento toma su nombre del lugar donde fue fundado.

Pronto queda de manifiesto que hace falta una comunidad central que esté totalmente al servicio del Movimiento de Schoenstatt – que crece rápidamente – y ayude a garantizar desde adentro su impulso de vida carismática.

La comunidad de las Hermanas de María de Schoenstatt fue fundada el 1º de octubre de 1926 para esta tarea.

Una comunidad nueva: un verdadero riesgo

Flexible

Pues no se trata de una orden religiosa más.

Ha de ser una comunidad “nueva”: Una comunidad de mujeres consagradas a Dios, que viven la pobreza, la obediencia y la virginidad, pero no se comprometen a través de votos.

Deben tener una forma de vida que sea tan flexible, que los miembros puedan vivir en comunidad o también solas, según lo requieran sus tareas. Una comunidad donde la fe viva, la libertad y la responsabilidad estén escritas con mayúscula. Deben estar formadas y capacitadas de tal modo que puedan orientar a otros laicos y abrirles nuevos horizontes. La orientación consciente y permanente en el ideal, y la consagración de toda la vida a Dios deben consolidar y garantizar el vínculo contractual con la comunidad.

Un camino nuevo: Instituto secular

Puentes vivientes

Para una comunidad tal no había lugar aún en el Derecho Canónico vigente en 1926. Sin embargo el Padre Kentenich se arriesga.

Convencido de que Dios está detrás de la nueva fundación, invierte mucho tiempo y fuerza en el establecimiento y formación del nuevo Instituto. Será ejemplar para los demás Institutos de Schoenstatt que poco a poco irán surgiendo y hoy conforman el núcleo de las comunidades de la obra.

Guiado por el Espíritu Santo, el Padre Kentenich construye para un futuro en el que debe haber puentes vivientes entre Dios y el mundo: personas y comunidades que desde dentro del mundo, abran ese mundo para Dios.

Cuando, en 1947, se publica la legislación eclesial para los Institutos Seculares, la Constitución Apostólica “Provida Mater Ecclesia”, el Fundador reconoce en ésta el marco legal adecuado para el Instituto, que existe ya hace más de veinte años.

Siempre nuevo: Dios conduce

Internacional

Ya han pasado más de 90 años desde la fundación: un tiempo de bendición, también en medio de pruebas y desafíos. En la historia y en el presente se muestra la mano conductora de Dios.

Confiando en esta realidad, alrededor de 1800 Hermanas de 42 naciones recorren este camino en 29 países.

Ver dónde estamos

La belleza y riqueza de las diferencias lingüísticas y culturales son un desafío a cultivar lo común sin perder lo propio. Una gran familia internacional con mucha dinámica – para una tarea mundial, para Dios y las personas.

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