Casi la mitad de la población de Burundi (46%) tiene menos de 15 años. Los frecuentes y sangrientos conflictos que han mantenido al país en alerta durante mucho tiempo forman parte de la vida cotidiana de muchos niños y jóvenes. Se calcula que unos 650.000 niños y niñas han perdido a sus padres durante las guerras civiles o debido a enfermedades como el SIDA y el paludismo, y han quedado huérfanos. En 2016 Burundi fue clasificado como el país más pobre del mundo.

En Burundi, sólo el 71% de los niños asiste a la escuela.

Muchos abandonan la escuela, de modo que sólo la mitad de los que comienzan la escuela terminan la primaria. Una educación escolar exitosa sería un enfoque central para el desarrollo del país: por un lado, da a los jóvenes la oportunidad de tomar sus vidas en sus propias manos. Por otra parte, proporciona las cualificaciones necesarias para la reconstrucción del país.

Todos los años muchos niños y jóvenes acuden a las hermanas y les piden dinero para la escuela, dinero para el bus escolar, para el uniforme escolar o para cuadernos y material de escritura.

La Hermana M. Lisette informa:

“No esperan recibir todo como un regalo, sino que están dispuestos a ganárselo. Durante las vacaciones tuvimos problemas de agua. Todo un equipo de estudiantes estuvo transportando un sinnúmero de bidones llenos de agua. Otros trabajaron en el camino de acceso a la estación misionera, otros ayudaron con los campamentos juveniles.

Es una alegría especial para nosotras cuando un estudiante recibe su diploma. Jean de Dieu, por ejemplo, quien escribió su tesis el año pasado y ahora ha rendido su examen final. Con orgullo nos presentó su trabajo”.

Con la ayuda de donaciones, las hermanas de Mutumba y Bujumbura pudieron hacer posible que más de 250 alumnos asistieran a la escuela el año pasado.

120 francos (aprox. 105 euros) por año son necesarios en promedio para asegurar una plaza en la escuela para un niño.

Las hermanas de Schoenstatt en Burundi le agradecen de corazón por su apoyo.