
Junto con la Iglesia universal, las Hermanas de María de Schoenstatt lloramos la pérdida de nuestro Santo Padre, el Papa Francisco. Nuestra comunidad está representada en Roma por una filial de Hermanas que vive en el Santuario Cor Ecclesiae, muy cerca del Vaticano. En los últimos días, las Hermanas han tenido varias oportunidades de encontrarse con el difunto Santo Padre. La superiora de la casa, la Hna. M. Clades, informa:
Encuentro personal con el Papa el sábado
«Fue un gran regalo para nosotras, Hermanas de María de Schoenstatt, que el sábado 19 de abril de 2025, hacia las 18:00, cuando llegamos para la celebración en la Basílica de San Pedro, nos pidieran que esperáramos brevemente en la entrada lateral. Así que nos quedamos quietas. Para nuestra gran sorpresa, el Santo Padre, el Papa Francisco, salió de la basílica en ese mismo momento. Antes había estado rezando en el interior y, mientras se marchaba, nosotras acabábamos de llegar, y tuvimos el increíble regalo de poder saludarle.
Cuando vio a nuestro sorprendido grupo, pidió retroceder un poco con su silla de ruedas para unirse a nosotros. Tuve la gracia de estrecharle la mano, saludarle en nombre de todos los que hubieran deseado este privilegio y desearle una feliz y bendecida Pascua. Sí, ése fue nuestro extraordinario regalo en la Vigilia Pascual».
Su bendición el domingo
«El domingo de Pascua, tal y como transmitieron los medios de comunicación del Vaticano, el Papa Francisco apareció para dar la bendición Urbi et Orbi… y nosotras también estábamos allí. Aunque no pudo leer él mismo el mensaje, pronunció el saludo pascual y al final dio a todos los peregrinos la bendición que conlleva la indulgencia plenaria. A continuación subió al papamóvil y dio una pequeña vuelta por la plaza de San Pedro para saludar a los peregrinos. Estábamos muy cerca del altar mayor cuando pasó junto a nosotras, nos bendijo junto a los enfermos y luego regresó a la Casa Santa Marta. Creo que ésas fueron sus últimas imágenes públicas: dio a todos lo más grande que podía dar: su bendición como padre y pastor de la Iglesia».
En el lugar de su funeral
«El 21 de abril, la Hna. M. Julia y yo fuimos a la Basílica de Santa María la Mayor para la Santa Misa a las 10 de la mañana, llevando con nosotras la corona con la que la imagen de la Virgen será coronada en el Santuario Mater Ecclesiae el 9 de junio. La patrona de esta basílica es Santa Maria Salus Populi Romani (María, Salud del Pueblo Romano), a la que el Papa Francisco ha visitado muchas veces -a menudo con un ramo de flores- en ocasiones especiales, así como antes y después de cada viaje apostólico.
Durante la Santa Misa, inmediatamente después del Evangelio, se anunció oficialmente la muerte del Santo Padre, el Papa Francisco.
Se hizo un profundo silencio. Apenas podíamos creer que estuviéramos en este preciso momento, en este preciso lugar: con la corona para la Reina y Madre de la Iglesia. Tras este silencio, se invitó a todos a rezar por el Papa. La Santa Misa continuó, acompañada por el sonido solemne del toque de difuntos de la Basílica, que sonó casi hasta el final de la celebración. Al final de la Santa Misa, el sacerdote recordó a los fieles que el Papa Francisco deseaba ser enterrado en una pequeña capilla lateral de esta basílica, a la izquierda de la entrada.»

Siempre confió en María
En el testamento del Papa se lee:
« Siempre he confiado mi vida y mi ministerio sacerdotal y episcopal a la Madre de Nuestro Señor, María Santísima. Por eso, pido que mis restos mortales descansen esperando el día de la resurrección en la Basílica Papal de Santa María la Mayor.
Deseo que mi último viaje terrenal concluya precisamente en este antiquísimo santuario mariano, al que acudía para rezar al comienzo y al final de cada viaje apostólico, para encomendar con confianza mis intenciones a la Madre Inmaculada y darle las gracias por su dócil y maternal cuidado.»
Unidos en el amor a la Iglesia
La Hna. M. Clades prosigue:
«Sin que lo hubiéramos planeado, Dios quiso que estuviéramos entre los últimos en saludar al Papa – y lo hicimos en nombre de cada miembro de la Familia de Schoenstatt, unidos en el amor a la Iglesia, como nos enseñó nuestro fundador, el P. José Kentenich. Por eso compartimos con todos las gracias que hemos recibido».