04.11.2023

75 kilómetros hasta el Santuario nacional de Aparecida

Hermana M. Rebeka Makalski
Brasil

Corazones ardientes

– y los pies en camino

Veintiséis Hermanas (de María de Schoenstatt) caminaron 75 kilómetros
hasta el Santuario nacional de Aparecida, Brasil¹

“¡Cuántas veces en la historia del mundo ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande, de lo más grande! ¿Por qué no podría suceder también lo mismo con nosotros? Quien conoce el pasado de nuestra Congregación no tendrá dificultades en creer que la Divina Providencia tiene designios especiales respecto a ella.” ²

Lo experimentamos con la idea de una peregrinación a la Basílica de Nuestra Señora de Aparecida, patrona de Brasil, como una petición por vocaciones religiosas.

Corazones ardientes y pies haciendo camino

Impulsadas por el lema del año vocacional en Brasil “Corações ardentes, pés a caminho (Corazones ardientes, y los pies en camino)” (cf. Lc 24,32-33), nos sentimos motivadas a poner los pies en camino y hacer sacrificios de amor, como hacen muchas personas que acuden a los Santuarios marianos de nuestro país. La idea era hacer esta peregrinación a pie con algunas Hermanas y pedir a la Madre de Dios que envíe vocaciones a toda la Iglesia y especialmente a nuestro Instituto (de Hermanas de María de Schoenstatt). Cuando presentamos esta propuesta a la Provincia, muchos corazones se encendieron a favor de esta idea, e incluso las Hermanas mayores quisieron participar.

Organizamos la ruta, el equipo de apoyo y la preparación física. Había dos grandes grupos: “Pies en camino” (las Hermanas que caminaron los tres días o sólo los últimos 15 kilómetros) y el grupo “Corazones ardientes” (todas las Hermanas que nos acompañaron espiritualmente con muchas oraciones y contribuciones al capital de gracias).

Paso a paso en adoración, expiación, acción de gracias y petición         

La peregrinación comenzó en la ciudad de Caçapava/SP³, a 75 kilómetros de Aparecida. Paso a paso, todo el recorrido se caracterizó por muchos ofrecimientos al capital de gracias, unidad entre las Hermanas y preocupación mutua. A medida que “nuestros pies avanzaban” hacia el Santuario Nacional, también peregrinábamos interiormente y renovábamos nuestra vocación. Cada día tenía un tema: la reparación, la gratitud y la petición.

Mucho apoyo y estímulo

También hubo mucha solidaridad y amabilidad de parte de los miembros de la Campaña de la Virgen Peregrina (de Schoenstatt), que no escatimaron esfuerzos durante toda la peregrinación para ofrecernos agua, frutas, comida y apoyo en el camino, con una alegría sobrenatural que sólo pueden tener los que entregan su corazón a Dios y a la Mater. Esperaban la llegada de las Hermanas con alegría, con cantos y muestras de solidaridad.  En algunas estaciones también tuvimos momentos de adoración ante el sagrario de las diferentes comunidades.

El apoyo y el estímulo de la gente que se cruzaba con nosotras en el camino, también fueron impresionantes: Los automóviles tocaban la bocina (claxon), la gente decía frases motivadoras y nos recordaba que no viajábamos solas. La Santísima Virgen estaba con nosotras y nos daba fuerzas a cada paso. Sentimos cómo podíamos ser realmente una verdadera presencia de María en el centro de la ciudad:

Como María en el camino hacia Isabel.

Algunas Hermanas comparten sus impresiones personales:

“Para mí personalmente, esta jornada a pie, fue un tiempo de gran gracia en el que Dios Padre y la Santísima Virgen se revelaron en nuestras vidas. Lo que más me impresionó fue nuestra alegría, nuestra unidad, nuestro compromiso de dominar realmente esta jornada. Por eso creo que la Mater y el Padre (nuestro Padre Fundador, Padre José Kentenich) estaban con nosotras y nos prepararon este camino.” (Hermana M. Alessandra Sissa)

“Fue muy emocionante experimentar la generosidad, la entrega y la alegría de los voluntarios. Ellos y Dios mismo nos mimaron enviándonos sombra, frescor, lluvia, sol, arco iris y cobijo, y todas llegamos a nuestro destino con buena salud. ¡Todo fue una gran experiencia de gracia y misericordia! ¡El llevar innumerables intenciones y preocupaciones, nos dio fuerzas para superar el dolor y el cansancio y continuar nuestro camino con confianza! Las conversaciones entre nosotras a lo largo del camino fueron una experiencia de familia. Para ser sincera, lo mejor para mí no fue llegar a la meta, ¡sino todo el camino! Aprecié mucho esta experiencia y, si el Padre me lo permite, ¡me encantaría volver a participar siempre que tenga la oportunidad!”        (Hermana M. Ana Paula Ramos Hipólito)

“Fue una experiencia muy notable y profunda para nuestro grupo, formado por una pequeña familia de mujeres maduras. Mucho más que lo que cada uno quería personalmente, era el bien del grupo. Cuántas cosas tuvo que dejar cada una para poder seguir adelante… La mirada atenta de unas hacia otras, la voluntad de ayudar, aunque la otra no expresara sus necesidades.”

“Fue un camino en el que todas siguieron los pasos de las demás. Eso me impresionó mucho. Para mí, ¡eso tiene mucho que ver con la “sinodalidad” por la que lucha la Iglesia! Estábamos en camino, pero cada uno de nosotros se interesaba por las demás. Éramos una comunidad guiada por un ideal, y por eso el respeto y la alegría eran tonos fundamentales” (Hna. M. Isabel Machado).

“Creo que fuimos realmente un grupo de testigos. Un testimonio de los que creen, rezan, se sacrifican y aman. Para mí, esta jornada tuvo dos caminos: uno que recorrimos a pie y otro que recorrimos interiormente, dejándonos tocar por su gracia y renovando el primer amor por nuestra propia vocación.” (Hermana M. Nilza P. da Silva)

 

“Creo que esta peregrinación reveló un compromiso aún mayor con la propia vocación y con las nuevas vocaciones. Se creó una atmósfera sobrenatural; el sacrificio, la oración y la devoción fraterna no tenían límites. Era una ayuda, un estímulo y un apoyo mutuos. Creíamos las unas en las otras. Esto nos dio fuerzas para vencer juntas. “

Los laicos y religiosos que nos acogieron con tanta alegría en los distintos lugares, nos mostraron el amor y el cuidado de la Providencia de Dios, un Dios que nos reveló cuánto nos necesita allí donde caminamos en nuestra tarea y misión, como instrumentos en las manos de la Mater.

Gracias por permitirme compartir esta experiencia que quedará en nuestros corazones y en la historia de nuestra Provincia. ¡El futuro revelará la bendición de estas horas santas!”       (Hermana M. Carmem Zenovello)

Todo fue entregado a la Santísima Virgen

Cuando llegamos al Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, nos recibieron algunas de las Hermanas de nuestra Comunidad, nuestra Superiora Provincial, la Hermana M. Silvia Regina Formagio, y el Dr. Bernd Biberger, nuestro Director General. Juntos nos presentamos ante Nuestra Señora de Aparecida y le ofrecimos nuestras intenciones y peticiones por las vocaciones. Nos sentimos agradecidos por los muchos corazones deseosos de llevar la Virgen Peregrina de Schoenstatt a otras familias.

Que nuestra Madre Santísima, acoja todos nuestros dones y conceda a nuestra Familia
y a toda la Iglesia, numerosas y santas vocaciones.

[1] Se halla en la ciudad de Aparecida, en el estado de São Paulo, al suroeste de Brasil. La Basílica de Nuestra Señora de Aparecida, patrona del Brasil, es parte central del conjunto del Santuario Nacional de Aparecida. https://www.a12.com/santuario 
[2] KENTENICH, José. Primera Acta de Fundación (de Schoenstatt) – 18 de ctubre de 1914
[3] Caçapava es un municipio del estado de São Paulo, en Brasil. Forma parte de la Región Metropolitana de Vale do Paraíba e Litoral Norte.