Gosia
Querida …!
Tal vez estés buscando una respuesta a la pregunta: “¿Qué debo hacer en mi vida? ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Podría ser que Dios me está llamando por mi nombre para consagrarme a Él? Si es así, ¿cómo y dónde?
Ya soy candidata de las Hermanas de María de Schoenstatt, pero hace algún tiempo me hice exactamente esas preguntas.
Mi nombre es Małgorzata, soy de Polonia y tengo 25 años. Mi primer pensamiento de que este camino podría ser mi camino fue en el 2011. Yo tenía catorce años en ese momento. No sabía si lo que me movía por dentro era realmente la voz de Dios, la voz del llamado, o simplemente mis propias ideas y pensamientos…
Fue un momento difícil cuando anhelaba algo que era imposible para mí describir, difícil de comprender, difícil de nombrar e identificar. Me tomó mucho tiempo hasta que finalmente, en mi último año de universidad me dije a mí misma: “Tengo que tomar una decisión concreta”.
No puedes estar en la encrucijada por tanto tiempo.
Hay que ir más allá. Durante este tiempo, me mostraron un anuncio que decía: “Acepta tu vida”. Fue un curso dirigido por los Jesuitas y las Hermanas de la Adoración del Sagrado Corazón de Jesús (du Sacré-Coeur). Fue un trabajo concreto para mí darme cuenta de lo que Dios quiere…
Durante mi búsqueda de la voluntad de Dios, era importante para mí tener claro que cada camino es un camino bueno y hermoso y cada camino es un camino de amor. La respuesta a la pregunta: “¿Quién debo ser ante los ojos de Dios?” fue: “Él quiere que llegue a ser como Él. ¡Por eso tengo que conocerlo!”. Y así comenzó mi aventura con Dios, más profunda que nunca. Fue durante este tiempo que me di cuenta de que el nombre de Dios es: YO SOY, no LO HARÉ, o YO SERÍA SI… Él se ha dado a conocer a mí como el que ÉL ES. Fue de gran ayuda para mí poder decidir. Con la conciencia de que toda decisión conlleva una renuncia y un riesgo, se puede aceptar y cumplirla como un camino de amor. En el camino para reconocer mi llamada, me indicaron que tres pasos son importantes:
- Reconocer la voluntad de Dios.
- Aceptar la voluntad de Dios, mostrarse conforme.
- Responder a la voluntad de Dios.
El último paso es el más difícil. Pero si sé que mi “sí” es solo una pequeña respuesta de amor a una gran invitación de amor, entonces puedo decir que “sí”. Entonces, a través de mi corazón tranquilo, Dios puede mostrarme dónde está mi lugar, qué comunidad es la adecuada para mí. Y entonces, con mi voluntad, puedo decir “sí” a todas las cosas difíciles e inesperadas, porque sé que Dios tiene un plan. Él me ama tanto y su nombre es
„El YO ESTOY AQUI“
Les deseo mucho valor para embarcaros en la aventura con Dios y un corazón abierto para poder decir “sí”, con alegría, a su plan de amor. ¡Rezo por ti y envío saludos cordiales desde Schoenstatt!