06.07.2020

“¡Quizás no siempre es aconsejable guardar silencio!”

Heinrich Brehm, PressOffice Schönstatt

(Foto: Fulda Business Day)

Historiadora y autora Hermana M. Doria Schlickmann

Entrevista: Heinrich Brehm, PressOffice Schönstatt

La publicación de un artículo en un semanario católico en Alemania trajo a la luz eventos de la década de 1950 que pusieron al Fundador de Schoenstatt y a la comunidad de las Hermanas de María de Schoenstatt en una muy desagradable situación. www.schoenstatt.de le pidió a la Hermana M. Doria Schlickmann que vertiera un poco de luz sobre los últimos acontecimientos publicados. La hermana es autora de varios libros sobre el Padre José Kentenich y una excelente conocedora de la historia de Schoenstatt.

Hermana, el artículo publicado afirma que el Padre Kentenich, el “padre”, fue “el fundador con poder absoluto”, quien a menudo fue equiparado con Dios, tanto que en muchas declaraciones y oraciones no se entiende claramente si estas se dirigen a Dios Padre o al Padre y Fundador “¿Es así? ¿Cómo explica usted esta mezcla de Padre Dios y padre fundador?

Las oraciones, en última instancia, solo pueden dirigirse a Dios. La experiencia de los transparentes humanos del amor de Dios, puede hacer posible que estas oraciones sean más vívidas y cordiales. La palabra “padre” para el fundador no es poco frecuente objetivamente. Muchas comunidades llaman a su fundador también padre.
A muchas personas les cambió la imagen de Dios que tenían, después de conocer al Padre Kentenich. De alguna manera era sorprendente que hombres, jóvenes y matrimonios, sintieran de repente la necesidad de llamarlo Padre, sin que mediara ningún estímulo externo e independientemente el uno del otro. Esto jamás se entendió como una competencia con Dios.

¿Cómo describiría la relación entre las Hermanas de María y
el Padre Kentenich? ¿Cómo vive él en su comunidad?

Él es el fundador a quien la comunidad le debe su carácter original y, como lo expresó un Papa, ” a quien debe agradecerle su fuerte espiritualidad”. Hizo sacrificios inusuales por esta comunidad, no solo en la disposición de sacrificar su vida por ellos en Dachau, sino también en la renuncia de su honor durante y en el entorno del Exilio. El Visitador y el Santo Oficio querían separar completamente al fundador de la fundación. Quizás este intento, a largo plazo, incluso dio como resultado una intensificación del vínculo con el Fundador. No hace falta decir que también desde la eternidad sigue siendo nuestro padre espiritual para siempre. Él vive en nuestra comunidad a través de su rica herencia espiritual y experimentamos vitalmente su intercesión. Para mí, él es un gran modelo a seguir para mi estilo de vida: en su devoción a Dios y su gran amor al prójimo. Me impresiona mucho su pedagogía y empatía psicológica. Me fascina cómo una persona puede aceptar, afirmar y promover una amplia variedad de individuos y personas tan diferentes.

El Padre Kentenich estaba convencido de que las personas necesitan fuertes vínculos para desarrollar su personalidad. ¿Qué hace la vinculación a una persona? ¿Lo hace fuerte o lo mantiene pequeño? ¿Y cómo encajan las opiniones del visitador Sebastian Tromp SJ, quien declaró “que solo hay unas pocas personalidades seguras entre los dirigentes varones y las Hermanas de María que dispongan de un pensar autónomo y de una libertad interior?”

Básicamente, un vínculo humano saludable hace fuerte si no se degenera en una dependencia ciega. Cada niño que sabe que él o ella es amado originalmente por sus padres; desarrolla su personalidad, se vuelve fuerte, confiado y adquiere una visión positiva de la vida. Sin embargo, esto presupone que los padres, los educadores, los que tienen la responsabilidad principal en el vínculo sean desinteresados, precisamente porque de alguna manera representan una autoridad. Me parece que una mujer es particularmente sensible a reconocer si alguien es desinteresado o quiere algo para sí mismo, especialmente una comunidad de mujeres. Una hermana que había trabajado con el fundador durante décadas me dijo una vez: “Si hubiéramos sentido en lo más mínimo, algún tipo de egoísmo por parte del Padre Kentenich, nos habríamos retirado de inmediato”. Lo que he podido constatar durante muchos años de observación e investigación, es que, a partir de la vinculación al Padre Kentenich, surgieron en todas las comunidades de Schoenstatt, personalidades fuertes y libres interiormente, y eso hasta el día de hoy. Los procesos de beatificación ya están en marcha en varios países para varios de estos modelos ejemplares en la historia de Schoenstatt.

El padre Tromp puede no haber notado que su enfoque autoritario aterrorizó a algunas hermanas. Las hermanas no estaban acostumbradas a este estilo, el cual se contraponía totalmente con el que habían experimentado con el Padre Kentenich. El visitador también había sido influenciado negativamente de antemano contra el Padre Kentenich por algunas Hermanas de María, incluida nuestra primera Superiora General. Lo que el Padre Tromp no vio o no pudo ver fue que esta Superiora General, desde un principio vio al Fundador como una competencia. Ella reunió meticulosamente declaraciones negativas contra el Padre y Fundador y las envió al Visitador. Puede encontrar todo esto con más detalle en mi libro sobre la biografía del Padre.

El juicio del padre Tromp de que todas las demás hermanas y padres que no estaban de acuerdo con él eran débiles, inseguros y no autónomos en su pensar es, según mi opinión, un juicio bastante erróneo, lo cual me lo puedo explicar, porque él no tenía ninguna experiencia con la pastoral femenina. Ciertamente fue un excelente profesor de dogmática, pero aquí había un campo completamente diferente. La historia, difusión y desarrollo de la Obra de Schoenstatt en todo el mundo, llevado a cabo en el extranjero en forma autónoma por hermanas aún muy jóvenes, demuestra lo contrario de la opinión de este sacerdote.

El padre Kentenich fue exiliado por la iglesia. ¿Qué razones anunció el Santo Oficio al Padre Kentenich y a la Familia de Schoenstatt para esto?

No era costumbre del Santo Oficio, antes del Concilio Vaticano II, exponer o dar razones Los diversos decretos solo contienen las determinaciones. Del mismo modo, las Direcciones de la Obra de Schoenstatt tampoco conocían las razones. El Padre General Turowski había preguntado varias veces durante su periodo de gobierno como General de los Palotinos sobre los motivos de la acusación y el exilio del Padre Kentenich, pero hasta donde yo sé, no hubo respuesta.

Gradualmente, en los años siguientes, los rumores comenzaron a extenderse; más y más calumnias se hicieron audibles, mentiras fantasiosas que suponían que el fundador no tenía un buen comportamiento moral. Después de unos diez años en el exilio, el Padre Kentenich conocía todas estas acusaciones. Cuando pidió reiteradamente un juicio legal contra él para defenderse de las acusaciones y nuevas sospechas, fue interpretado como desobediencia. Es por eso que escribió una declaración detallada sobre sí mismo a principios de la década de 1960, la cual le fue devuelta sin leer. Él debía simplemente callar y llevar su cruz con paciencia. No se le dio ninguna oportunidad de defenderse.

En otro artículo del diario, la autora presenta de manera muy despectiva la práctica religiosa del examen del niño que juega un papel en su comunidad. ¿Cómo debe entenderse este rito y cuál es su significado? ¿Todavía se practica hoy?

El Padre Kentenich siempre se preocupó por una relación con Dios vital y personal en torno al núcleo central de nuestra espiritualidad: ser un niño ante Dios. Las preguntas del llamado examen del niño se refieren a nuestra relación con Dios como hijo de Dios. Es por eso que se habla de niño y no de “hijo”. ¿A quién pertenecemos? A Dios. ¿Qué puede hacer Dios con nosotros? ¡Todo! ¿Qué somos ante El? En realidad, una pequeña nada y por eso mismo todo para Dios. Este es un motivo que recorre toda la historia de la espiritualidad cristiana. El amor de Dios por nosotros es incomprensiblemente grande y personal, no solamente general. La palabra Padre hace que la entrega a Dios sea personal, así como Jesús le habla al Padre en el Evangelio de Juan: Santo Padre, Padre Amado y en muchos otros lugares. Es una conversación sumamente personal con el Padre.

Esta entrega pudo expresarse en forma de un diálogo de pregunta y respuesta con el fundador. Simplemente nació de la vida, sin embargo, no es de ninguna manera una costumbre general o un rito recurrente que cada hermana practica o tenga que practicar. Esa fue y es una decisión libre de cada hermana.

Si una hermana quisiera, puede expresarlo ante los superiores mayores de su comunidad. Pero Dios es siempre el destinatario final; de lo contrario, todo sería un juego indigno. Esto salió a la publicidad en una forma completamente distorsionada.

¿Y qué hay de la pregunta, a quien pertenece el seno?

Eso también está distorsionado y se publicó incorrectamente en los medios. Todos los que lean esto seguramente pensarán: ¡Eso es absurdo!

Esta pregunta se relaciona con un solo caso. La hermana tenía un trastorno de ansiedad muy pronunciado con respecto a su apariencia física y, por lo tanto, trató desesperadamente de ocultar sus formas femeninas lo más posible. Hay que tener en cuenta, que, en ese tiempo, la educación de las jóvenes, a menudo provocó agitación sexual y mojigatería. El Padre Kentenich le aclaró y le hizo ver la obsesión que ella tenía y quiso liberarla de esta compulsión. Con esto, quiso dejarle en claro que Dios la había aceptado totalmente tal como ella era.

En el artículo del periódico, su comunidad es descrita desde la perspectiva del Visitador ¿Cómo experimentaron las hermanas al Visitador? ¿Qué tipo de persona era él? ¿Cómo afectó a las hermanas? ¿Qué dijeron las hermanas afectadas sobre él y su apariencia? ¿Cuantas hermanas había realmente experimentado el Visitador y con cuántas había hablado personalmente?

Como muestran los documentos de archivo de nuestra crónica, él se enojó más que nada, cuando una hermana expresaba una opinión diferente de la que él quería escuchar. Reaccionó repentina e incontroladamente; trasladaba arbitrariamente a hermanas y sacerdotes que lo contradecían, decidía hasta en los detalles más pequeños de la vida de las hermanas y quiso obligarlas a hacer votos. Disponía todo de una manera a la que la comunidad no estaba acostumbrada. La mayoría de las hermanas y sacerdotes no se dejaron intimidar por él y expresaron audaz y autónomamente sus opiniones hacia él, incluso a sabiendas de que esto les traería consigo muchas desventajas.

¿Qué puede hacer el Movimiento de Schoenstatt ahora? ¿Cómo interpreta usted este proceso actual? ¿Qué debe aprender Schoenstatt de esto?

En primer lugar, creo que las interpretaciones erróneas y las acusaciones falsas contra el Padre Kentenich que acaban de publicarse, nos obligan a sacar a la luz la injusticia que el Padre ha sufrido durante décadas. ¿Qué debe aprender Schoenstatt de esto? ¡Que quizás no siempre es aconsejable guardar silencio!

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