30.05.2020

Un altar de mayo para la Santísima Virgen

Hermana M. Dorina Dungel

Recuerdos de la infancia de mayo

Ahora en mayo me gusta recordar las experiencias de mi infancia cuando hacíamos un altar de mayo a la Virgen María cada año en casa, en la habitación de los niños.

Cuando esto sucedió por primera vez yo tenía 6 años, mi hermana 5 años (ver foto). Nuestra madre nos dijo que el mes de mayo es el mes en el que la Santísima Virgen María se alegra si le rezamos. Nosotros los niños queríamos hacer lo mismo, hermosear nuestra casa para ella.

En nuestro estrecho cuarto de niños había una mesita de noche entre nuestras camas, sobre la que colgaba un gran cuadro de la MTA delante del cual nuestra madre siempre rezaba con nosotros. Se suponía que el altar de mayo estaba allí.

Nuestra madre nos dio su velo nupcial, un largo velo de tul que colgaba embelleciendo a la MTA,  la imagen schoenstattiana de la Virgen María. Entonces quisimos tener también flores, porque uno le da flores a la gente que quiere.

Nuestra madre nos dio todos sus pequeños jarrones y nos dio permiso para recoger siempre las flores pequeñas de todos los canteros del jardín, deberíamos dejar las grandes. Así que empezamos a hacer hermosos ramilletes en la mesita de noche bajo la imagen de Santísima Virgen. Normalmente había al menos cuatro pequeños ramos de flores delante de ella. Había pensamientos, nomeolvides, dientes de león y margaritas en todas las variaciones.

Durante todo el mes de mayo trajimos los ramos y con cada uno de ellos hicimos un pedido o un agradecimiento a María.

Rezamos con gusto nuestra oración vespertina con nuestra madre allí, y cuando tuvo tiempo, nos leyó una historia del folleto “Las más bellas historias marianas” antes de irnos a dormir.

Los dos estábamos convencidas de que teníamos el altar más bello de mayo, y que Nuestra Señora estaba muy contenta por ello, porque nosotras mismas recogimos las flores con ferviente celo y las arreglamos.

Mayo – mes de María,
mes en el que la saludamos en las devociones de mayo

Fue alrededor de 1965 o 1966 cuando el cura de nuestro pueblo, un sacerdote de edad avanzada, empezó a tener devociones de mayo sólo para niños.

Al principio éramos sólo 10-15 niños los que nos reuníamos frente al altar de mayo de la iglesia parroquial de nuestro pueblo. Nadie sabía aún lo que íbamos a recibir.

Dos veces a la semana, a las cuatro y media de la mañana, el párroco nos invitaba a las devociones infantiles de mayo.

Hizo que todos los niños se sentaran junto al altar de mayo y primero cantamos una canción mariana, luego explicó que con esta canción saludamos a la Virgen y le damos alegría. Ella es también nuestra madre. En ese entonces dijo que ella cuida de sus hijos, y de nosotros. Y para demostrarnos eso, quería leernos un cuento. Así que en cada devoción de mayo leía del libro “Las más bellas historias marianas”.

Esto era tan emocionante para nosotros, los niños, cómo María intervino, por ejemplo, en la guerra o en una familia, todos escuchábamos con fascinación.

En esa época muchos de nosotros no teníamos televisor y jugar juntos en la calle era nuestra mayor alegría. Nosotros, que habíamos experimentado las primeras devociones de mayo, se lo contábamos a los otros niños de nuestra calle mientras jugábamos. Cuando las campanas sonaron para la próxima devoción de mayo, hacíamos la invitación. Así que todos los niños que en ese tiempo vivían en nuestra calle participaban.  No importaba si eran católicos o protestantes, si iban a la iglesia o no, todos querían escuchar las bellas historias sobre María y también las canciones. Pronto el costado de la iglesia donde estaba el altar de María se llenó completamente y todos los niños de los alrededores dejaban todo y corrían a la celebración de la devoción de mayo para no perdérselo.

Todavía recuerdo lo bien que nos hizo a todos ese momento y cómo nos unió.

En realidad, habíamos entendido que María está haciendo algo
y quiere hacer algo por nosotros también, y que nos ayuda y protege.