07.03.2020

100 años del movimiento femenino en Schoenstatt – Miradas – 01

Hna. M. Luisa Werner, Schönstatt

Si Schoenstatt, entonces totalmente Schoenstatt

Una conversación entre la Hermana M. Linda Wegerer y la Hermana M. Luisa Werner, Schoenstatt

Hna. M. Linda: Hna. M. Luisa, hace 28 años que eres Hermana de María – y siempre contenta con tu decisión, como lo destacas.

Conociste Schoenstatt a través de tu madre y después te comprometiste con la Juventud Femenina. Después de tus tres años de formación como ama de llaves te planteaste la pregunta de cómo seguiría ahora tu vida. Y entonces tuviste claridad: si Schoenstatt, entonces totalmente Schoenstatt. La consecuencia fue: seré Hermana de María.

Hna. M. Luisa: Sí, así fue.

Hna. M. Linda: De tus 28 años como Hermana de María, llevas ya 17 como sacristana en la Casa de Formación Marienland, en el Monte Schoenstatt. De ama de llaves a sacristana. ¿Era este tu deseo personal?

Hna. M. Luisa: No directamente. Yo reemplacé un par de veces a nuestra sacristana. Y al parecer ella estaba tan conforme con lo que yo había hecho que me propuso como su sucesora. Cuando se me preguntó si me gustaría hacer algo así, sentí que real­men­te lo hago con gusto.

Hna. M. Linda: ¿No fue eso un cambio total?

Hna. M. Luisa: Sí y no. Siempre me interesó mucho la liturgia. En mi casa era capaz de estar horas delante del televisor viendo celebraciones litúrgicas, por ejemplo, de Roma. Me fascinaba cómo celebramos nuestra fe, pero también cómo funciona todo eso.
Y así recibí una especie de formación básica en mi casa paterna.
Por ejemplo, mi madre me explicó que en el tiempo de cuaresma es todo tan “escueto y sobrio” en la Iglesia porque los ojos y los oídos ayunan; que los colores en la liturgia desempeñan un papel – y etc.
Así Dios me preparó largo tiempo para esta tarea y puso el anhelo en mi corazón.

Hna. M. Linda: Y tu formación como ama de casa te ayuda en esta tarea.

Hna. M. Luisa: Sí, sobre todo con lo que no se ve, pero que hay que hacer: Limpiar y lavar. Pero también reparar misales y libros de cantos, coser lavabos, corporales para el cáliz.

Hna. M. Linda:  ¿Qué es particularmente importante para ti en tu tarea?

Hna. M. Luisa: Que no se convierta en una rutina. Que siempre me diga: Mi lugar de trabajo no es cualquier lugar, sino el más sublime y hermoso. Cristo está presente aquí en el tabernáculo.
Trato de asegurarlo para mí, por ejemplo, caminando lentamente dentro de la iglesia. Al inclinarme o arrodillarme ante el tabernáculo, saludo a Cristo y le agradezco su presencia.
Y me gustaría que otros entraran en esta atmósfera de respeto. Por eso quiero que todo sea hermoso.

Hna. M. Linda: Ese es un tema importante. Siempre he admirado tus hermosos arreglos florales.

Hna. M. Luisa: Sí, también deben ser hermosos. ¡Para Dios, por supuesto! ¡Pero también para los hombres! El ojo debe ser capaz de descansar, por así decirlo, y con él toda la persona. Eso es algo muy importante, especialmente hoy en día.

Hna. M. Linda: Esta es, entonces, tu forma de apostolado, de servicio a la humanidad…

Hna. M. Luisa: Se podría decir que sí. También me gusta verlo así: Como mi servicio personal, pero también en nombre de nuestra comunidad. Pienso: Quien decora la capilla de la casa, el Santuario, lo hace en representación. – Le debo a nuestra comunidad el poder hacer arreglos florales. Han sacado a luz este talento que hay en mí. Fui introducida por mi antecesora, adquirí conocimientos básicos y luego simplemente probé. Sentí confianza y también la libertad de hacerlo como me sale a mí.

Hna. M. Linda: Hna. M. Luisa, este año celebramos 100 años del movimiento femenino en Schoenstatt. ¿Qué tiene que ver esto contigo y con tu tarea?

Hna. M. Luisa: Estoy feliz de poder contribuir a la misión de Schoenstatt como esta mujer original con mis talentos – por amor a la Virgen y con su actitud.
Eso determina – si quieres llamarlo así – mi ética profesional.

Y se me permite hacer mi servicio aquí en Marienland, el hogar por excelencia de mujeres y madres.