20.11.2019

La Hermana M. Emilie: una hija de Dios heroica

Hna. Ana Paula R. Hyppólito

Libertad interior: ¿quién no quiere alcanzarla y vivirla en plenitud?

El aniversario del fallecimiento de la Hermana M. Emilie Engel nos invita a dirigir nuestra atención a ella. Descubrimos la fuerza de la gracia que, en un largo proceso, fue cada vez más eficaz en su vida. Su crecimiento interior la capacitó para vencer muchas dificultades y alcanzar la verdadera libertad de los hijos de Dios.

Era una persona común

Cuando leemos sobre la vida de los santos y conocemos sus virtudes, tal vez nos desanimamos porque nos parece que la santidad es algo inalcanzable para personas comunes. Vemos cómo la Hna. M. Emilie ha sido tan humana, tan “normal”, con sus límites y debilidades pero también con sus posibilidades. Ella reconoció sus lados de luz y de sombra y se dejó formar y educar por el Padre José  Kentenich. Se esforzó seriamente por abrirse a la gracia de Dios, este fue su anhelo, haciendo estallar los límites de su temperamento y de su estructura. No nació como santa sino que vivió un proceso progresivo de maduración interior y de crecimiento en la verdadera libertad interior.

El secreto de la Hna. M. Emilie

¿Cuál es el secreto de sus pequeñas pero crecientes victorias? Ella comprende que la experiencia de ser amado por Dios y la Madre de Dios, ser su hijo amado y pequeño, es el presupuesto esencial para no desanimarse sino luchar y vencer en todos los desafíos de la vida.  Con esta conciencia de ser amada, ella expermienta un crecimiento en la verdadera libertad y la filialidad ante Dios. Ser hijo, ser libre, ser pequeño, ser feliz y por eso santo: estas son para ella expresiones sinónimas y realidades!

Esta libertad “filial” ante Dios, el Padre misericordioso, es la meta de la aspiración de la Hna. M. Emilies por la santidad. Bajo la conducción del P. José Kentenich y a través de su profunda vida de oración supera las angustias, los miedos. Ennoblece su temperamento y se vuelve cada vez más alegre, natural, espontánea, flexible y colaboradora, de modo que las personas se sienten bien en su cercanía. De esta manera se convierte para muchos en ayuda y consejera espiritual.

“Debo ser santa ¡cueste lo que cueste!”

¿Qué camino recorre buscando este ideal de santidad?

“Logra cada vez más apartar la mirada del propio yo y volverse exclusivamente a la Luz que la precede. Así llega, en el correr del tiempo, a la libertad interior, la cual, en el trasfondo de la fragilidad y falta de libertad de su naturaleza, resplandece con tanta mayor claridad, de modo que, hacia el final de su vida, de ella parte esta luz con toda nitidez. En Emilie se afirma la convicción interior de que justamente los límites y enfermedades suponen un derecho a la misericordia infinita de Dios Padre.” (M. Wolff, cfr. Mi Sí es para siempre, p. 29)

  • No concentrarse en sí misma,
  • sino en Dios, en la oración, en la entrega filial,
  • considerar su historia de vida y las disposiciones de Dios desde una perspectiva positiva como posibilidades para crecer y madurar y no como un sufrimiento sin sentido;
  • considerar sus límites como un medio para que se derrame aún más en ella la misericordia de Dios:

estos son los caminos recorridos por la Hermana M. Emilie. Cuando comenzó a ver todo con ojos filiales llegó a la verdadera libertad interior y al amor al prójimo.

“En el correr de su vida, Emilie aprendió: todo depende del ‘Sí’ dado en la fe a Dios como respuesta del ‘Sí’ de Dios a mí, a Él que me ha creado y acogido. Esto incluye faltas y límites de toda clase: estas son precisamente causa de que Dios se vuelva a mí con un amor sanador y santificador.” (M. Wolff, cfr. Mi Sí es para siempre, p. 30)