30.06.2019

Un fuego que arde y no se apaga

Hna. M. Nilza P. da Silva

La alegría de ser Hermana de María

Un fuego arde en el corazón de cada persona que está llamada a dejarlo todo por amor a Cristo y por el servicio a la Iglesia. Este entusiasmo ardiente da la fuerza para superar todas las dificultades con confianza y entregar la vida entera a Dios.

Lo más hermoso es que este fuego no se apaga con el paso de los años. Purifica y quita todo lo que todavía no pertenece enteramente a Dios y enciende cada vez más al hombre para su misión.

Testigos de este fuego

Hemos sido testigos de un fuego tal el 18 de junio de 2019 en Atibaia/SP en la celebración de un jubileo de diamante: las Hermanas M. Francisca Buzzacaro, M. Inatis Schwerdtfeger, M. Reginita Schubert y M. Lucinda Schüpper celebraron 60 años de pertenencia al Instituto Secular de las Hermanas de María de Schoenstatt.

Aunque el cuerpo se vuelva más frágil, los ojos brillantes de estas hermanas muestran que el fuego de su amor se vuelve cada vez más resplandeciente:

“Es la gran alegría y el enorme sentimiento de gratitud
a Dios y a la Santísima Virgen”,

dijo la Hermana M. Lucinda. La Hna. M. Reginita y la Hna. M. Inatis dejaron su patria alemana en 1958, solo un año después de su ingreso a nuestra comunidad, para servir a la misión de Schoenstatt en Brasil. El fuego del amor las ayudó a superar las dificultades.

En la santa Misa, en la que renovaron su entrega total a Dios en el servicio a la Obra de Schoenstatt, el Padre Francisco Lemes recordó en su prédica los años difíciles en los que comenzaron su camino, ya que entonces el Fundador, Padre José Kentenich, estaba en el exilio impuesto por la Iglesia. Él agradeció a cada una de ellas por su confianza y su fidelidad a la misión de Schoenstatt. “Cada vocación es una hora de anunciación, y estas mujeres, como María, pronunciaron su ‘sí’ y permanecieron fieles a él.”

Las dificultades se convierten en el triunfo del amor

“Era un tiempo muy oscuro y difícil. Nuestra vestición fue en marzo de 1957, y en 1958 en el mismo mes, comenzó nuestro viaje a Brasil”, recordó la Hermana M. Reginita.

“No conocíamos al Fundador porque cuando entramos en contacto con Schoenstatt él estaba ya en el exilio. Pero cuando llegamos aquí a Brasil lo encontramos a él en la persona de la Hermana Emanuele, la Superiora Provincial de aquel entonces y más tarde Superiora General. La última noticia que recibimos en Schoenstatt antes de nuestra partida fue que siete seminaristas habían sido despedidos de un seminario porque pertenecían a Schoenstatt. Estas pruebas se convirtieron en alimento para el amor, en bendición, y nos fortalecieron en nuestra vocación.”

La alegría que estas Hermanas irradian en la vida diaria es la clara comprobación de que conservaron sus corazones ardientes de amor de aquel entonces y la confianza inquebrantable: las obras de Dios vencen siempre.

La mirada de la Hermana M. Reginita manifiesta la alegría y gratitud por los 61 años que lleva viviendo en Brasil: “He vivido toda mi vida de Hermana de María aquí en Brasil, aquí le hemos regalado nuestra vida a la Obra de Schoenstatt.”

Un ‘sí’ que abarca el pasado, el presente y el futuro

Este es un impulso importante par ala juventud que está en los inicios. La Hermana M. Aluane Cristina Simões, quien fue admitida al Instituto hace un año, expresa emocionada: “Lo que me conmueve es la fidelidad a la vocación y al carisma de Schoenstatt, el amor a Schoenstatt, a nuestro Padre y Fundador y a la Familia de las Hermanas. Mi deseo y mi anhelo es que dentro de 59 años yo también pueda celebrar mi jubileo con tal amor y fuerza vital, como ellas. Sé que los comienzos de la Familia de las Hermanas aquí en Brasil no fueron sencillos. Había que conquistar todo. Por eso solo puedo agradecer por el buen ejemplo de su amor a Schoenstatt y a la Familia.”

También para la Hermana M. Francisca este día de fiesta está bajo el signo del amor y de la alegría: “Para mí la celebración del jubileo es una gran alegría y un sí doble: un sí al largo camino que hemos recorrido como Hermanas de María y un sí a todo lo que el futuro traiga, un sí para la eternidad.”