25.10.2018

Campamento con 187 chicas

Hna. M. Lisette Seitzer, Burundi

Las Hermanas M. Fabiola y M. Consolate ofrecen cada año por lo menos trece campamentos en Burundi, África. Se empeñan con mucho valor. Su deseo es: “Llevar al futuro, siendo pequeños instrumentos en manos del Padre Kentenich, su persona y misión al continente africano.” Que participen 187 chicas de un campamento no es algo extraordinario, sino que es el número habitual.

Bailando, tamborileando y cantando

Una alegría rebosante se puede sentir en los días del campamento. Las chicas están entusiasmadas. Reina una atmósfera muy vital. Las chicas valoran el intercambio intenso con las Hermanas de María. Una de ellas dice: “Gracias Hermana por contarnos cómo cargó el Padre Kentenich la cruz y el dolor, esto me ayuda a cargar mis propias dificultades.” – También durante las pausas se baila, tamborilea y canta. Durante la preparación de la verdura y del arroz se conversa gustosamente: qué las motiva en la vida, cómo trabajan como Movimiento de Schoenstatt en las parroquias, qué obras buenas organizan, etc.

El Padre Kentenich ayuda en África

Las chicas vienen para escuchar mucho sobre el Padre Kentenich. Quieren volver a decidirse a ser sus testigos. La primera noche, hay una “ronda de testigos”. Las jóvenes hablan de sus experiencias hechas con el Padre Kentenich. La novena: “Acudo al Padre Kentenich” es muy querida Burundi, y esto no solo entre los niños. ¡Trae muchos frutos! Sí: el Padre Kentenich ayuda también en África: las niñas y las jóvenes estudian mejor con él y permanecen más tranquilas en los tiempos de exámenes. Confían en él, también en las dificultades familiares y económicas. “En mi enfermedad siempre he recobrado el valor. Pensaba que el Padre Kentenich tampoco tuvo una vida fácil. Él me sugirió regalar todo para el Capital de Gracias para que otros reciban gracias”, cuenta una joven enferma. A las chicas también les interesa saber cómo vivió José Engling (1898-1918) la santidad de la vida diaria. Quieren saber cómo él se dejó guiar por el Padre Kentenich y permanecer fiel a la Alianza de Amor en situaciones difíciles. “Me alegra que aprendamos a educarnos a nosotras mismas para no ser hombres-masa”, dice una de las jóvenes.

Fotoalbum

Apóstol de la Alianza de Amor

En los tiempos de oración las jóvenes sacan nuevas fuerzas para su no siempre fácil vida cotidiana. Un punto culminante del campamento es la santa Misa, en la que cada vez unas cuarenta jóvenes sellan la Alianza de Amor con la MTA. Veinte jóvenes hacen bendecir su santuario hogar que vienen trabajando hace tiempo. Vuelven a la vida cotidiana con nueva decisión, de la mano del Padre Kentenich. Allí quieren ser apóstoles de la Alianza de Amor. Atestiguan: “He experimentado cómo la MTA me protegió mediante la Alianza de Amor.”