26.05.2018

Iglesia en la diversidad

Hna. M. Tatjana Seeboth, Alemania

Un “aliento de Iglesia universal”

experimentan nuestras Hermanas en el pequeño lugar Naundorf en Pirna, la Suiza Sajona. Allí viven y trabajan las Hermanas de María de Schoenstatt desde 1955. Hoy dirigen una casa de Caritas de vacaciones para familias y colaboran atendiendo a los huéspedes. A lo largo de los años, muchas personas de diferentes edades y situaciones de vida han encontrado aquí la paz y el descanso para el cuerpo y el alma, entre ellas también la Familia de Schoenstatt en el este de Alemania y en la frontera con la República Checa. Además de la impresionante naturaleza, la iglesia bellamente decorada y un pequeño pabellón forestal – cariñosamente llamado “capillita” – contribuyen a ello. Allí nos acoge una gran imagen de la Mater.

 Monseñor Clemens Pickel / Rusia

En otoño de 2017 Monseñor Clemens Pickel pasó aquí algunos días de vacaciones. Él proviene de la diócesis de Dresden-Meißen y dirige hoy la diócesis del sur de Rusia “St. Clemens” con sede en Saratow. En estos momentos es el presidente de la Conferencia Episcopal Rusa. El año pasado preguntó inmediatamente si podía tener una reunión en esta hermosa área con sus cerca de 100 colaboradores en la pastoral. Fueron y vinieron muchos planes, y para finales de abril de 2018 había llegado el momento. Como Monseñor Pickel cumple 30 años como sacerdote y 20 años como obispo durante estos meses, quiso celebrar con sus colaboradores, su familia y muchos amigos en su diócesis natal. Gracias al generoso apoyo de muchas partes, esto ha sido posible.

Una gran conferencia pastoral

De los casi cuarenta sacerdotes y sesenta religiosos vino más de una docena desde Rusia, los demás eran de más de veinte países de todo el mundo. Con sus diversos hábitos y vestimentas sacerdotales representaban a la Iglesia universal tan variada.

Además de conferencias, debates y grupos de trabajo, también hubo tiempo para caminatas, celebraciones y, sobre todo, oración. La iglesia era casi demasiado pequeña, así relató el obispo: “Cuando llegaba por las mañanas a las seis y media para abrir la iglesia, por lo general alguien ya estaba esperando frente a la puerta. Y una hora antes de la Misa ya estaban bastante llenos los bancos y las sillas adicionales. Aquellos que nos veían pero no sabían que la adoración vespertina de 30 minutos era una oferta libre, habrán pensado que este era un ‘evento obligatorio’. Nuestros pastores oran. ‘Creo que esta es la respuesta silenciosa a algunas de las preguntas que nos han sido planteadas.”

Alegría y gratitud

Como paralelamente se estaban llevando a cabo otros encuentros, estos días fueron un desafío grande para nosotras, las Hermanas. Pero la alegría y la gratitud de nuestros huéspedes internacionales era muy grande. Los ecos lo atestiguan: “Fue como un cuento”, dijo por ejemplo una participante, “tan pulcro, tan hermoso, tan cordial entre nosotros!”

Pero los viajes tan largos, como ahora, son la excepción. “Normalmente hacemos nuestras jornadas en un campamento de vacaciones del Volga”, dice Monseñor Pickel. “Este tiempo estuvo colmado con horas de alegría por el reencuentro y admiración por la belleza de la naturaleza. No hace falta explicar la expresión ‘familia diocesana’, si uno pertenece a ella o está junto a ella. Quizás en esos momentos sucede más que en largos tratados sobre renovación y profundización, sobre el sentido y la alegría cristiana.”

Nosotras las Hermanas nos alegramos de haber podido contribuir a esto y que María Santísima haya regalado tanto a estos corazones.

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