14.04.2018

USTEDES SON MI CARTA – 01

Hna. Gretelmaria Wolff

Mario Hiriart

Como María, cáliz vivo, portador de Cristo

 

Datos biográficos

*  23 de julio de 1931 en Santiago/Chile

† 15 de julio de 1964 en Milwaukee, EEUU

Mario fue cofundador de la Juventud Masculina de Schoenstatt en Chile, estudió ingeniería civil.

En 1957 ingresó al Instituto Secular de los Hermanos de María de Schoenstatt en Brasil. Siendo Hermano de María, se desempeñó como docente en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Santiago, y colaboró con la Juventud Masculina de Schoenstatt en Chile.

Su proceso de beatificación fue inaugurado el
20 de octubre de 1998 en Santiago/Chile, finalizó a nivel diocesano el
2 de septiembre del 2004 allí mismo, y el
8 de septiembre del 2004 se enviaron las actas a Roma.

Perfil espiritual

Mario se asoció a la Juventud Masculina de Schoenstatt en Santiago, tuvo contacto con el Padre José Kentenich allí en los años 1947 – 1952. Esto no le causó una impresión profunda, dada su modalidad mas bien flemática, lo cual le contó Mario al P. J. Kentenich más tarde en una carta.

Lo que recibió del fundador de Schoenstatt mediante conferencias, ejercicios espirituales y trabajo en grupo, lo que captó de la espiritualidad de Schoenstatt, descansó primero como la semilla en la tierra, pero luego se desarrolló lenta e invisiblemente, como un proceso. Su amplio horizonte de pensamiento le llevó a buscar el camino querido por Dios para su futuro personal. Quería ayudar a configurar el mundo como un ingeniero cristiano. El ideal de la “armonía entre naturaleza y gracia” era el objetivo de su búsqueda por una santidad laical en medio del mundo. “Quiero ser un encuentro personificado entre el cielo y la tierra”, expresó Mario.

Después de recibir su diploma de ingeniero y de no haber sido correspondido en un amor humano, se fue poniendo cada vez más de manifiesto su camino de vida. “Cada día entiendo con más claridad que lo único que me puede plenificar es la entrega total al mundo sobrenatural, el apostolado y el compromiso con el Movimiento” (14.3.1955).

Mario no toleraba las decisiones a medias, las soluciones intermedias

Así dio el paso siguiente y se decidió, como el primer joven de Latinoamérica, por la comunidad de los Hermanos de María de Schoenstatt. Puso su entrega en las manos de la Santísima Virgen en el santuario de Bellavista, Chile, mediante una oración de consagración.

En su diario anota: “Por eso, Madrecita, he decidido venir a ti con una oración muy simple: la oración del ofrecimiento de vida de José Engling, precedida por mi ideal personal y culminando con la frase que el Padre Kentenich me escribió en una foto cuando le pedí que la firmara. Si no recuerdo mal, fue durante su última visita en Chile, en Pentecostés de 1952: ‚Ego crucifixus sum mundo, et mundo mihi crucifixus est. Mors sola!‘ “ (Estoy crucificado para el mundo como el mundo lo está para mí – Solo la muerte!) (1955).

En los tres años de silencio y formación junto al santuario de Santa Maria, Brasil, estudió en profundidad la espiritualidad de Schoenstatt y se adentró profundamente en el mundo sobrenatural. Completó la formulación de su ideal personal: “Como María, cáliz vivo, portador de Cristo.”

Relación con el Padre José Kentenich

En una carta detallada enviada a los EEUU, le dio cuentas al fundador sobre el camino de su vocación. Le escribió acerca de sus reflexiones, convicciones y planes. Con la profundidad de su pensar analítico, había llegado a la conclusión: la entrega total de su vida en el seguimiento virginal de Cristo, como María, es el camino para realizar radicalmente su misión como laico en la configuración del mundo y por la comunidad de los Hermanos de María de Schoenstatt en Latinoamérica. Mediante una consagración se regaló nuevamente a María.

Era el décimo aniversario del 31 de mayo de 1949, que había adquirido tanta importancia para Schoenstatt en su patria, Chile. En el santuario Tabor, en Santa Maria, Brasil, le pide a la Santísima Virgen, inspirado en la oración de consagración de José Engling: „Madrecita querida, te pido que, si es compatible con tus planes, no me des oportunidad de éxitos materiales en este mundo, tampoco en el servicio de tu querida Familia de Hermanos de María, sino condúceme a la realización perfecta de mi ideal personal en el cielo para poder ser allí representante de nuestra Familia. … Por todas estas intenciones, Madrecita mía, te pido una vez más que dispongas completamente de mi vida y de mi muerte, y si es un poquito compatible con tus planes, elijas para mí lo segundo…” (1959).

Un ofrecimiento tal fue tomado en serio por Dios

Junto a su exigente trabajo profesional en la universidad, Mario empeñó todas sus fuerzas por los estudiantes y académicos del Movimiento de Schoenstatt en Chile, sin considerar su estado de salud cada vez más debilitado. Su gran anhelo, poder visitar alguna vez el santuario original en Schoenstatt, se acercó a su realización cuando, en 1964, recibió el permiso para participar de un tiempo de formación de su comunidad en Schoenstatt. Antes quería visitar al fundador en Milwaukee. Durante un largo tiempo estudió alemán en profundidad para que le fuera posible conversar con él. Luego de vencer diversas dificultades pudo fijar finalmente la fecha de viaje.

A pesar de sus grandes problemas de salud – que en Londrina, Brasil, fueron diagnosticados como un tumor en el estómago – Mario partió a Milwaukee. Vislumbraba que ya no tendría mucho tiempo. Dios tomó en sus manos el plan de vida de este ingeniero, quien en virtud de su profesión, se había dedicado a planificar.

El primer encuentro de Mario con el P. Kentenich fue el 29 de mayo de 1964; dos días más tarde tuvo una larga conversación con el fundador a la que se sumaron encuentros más breves en los días siguientes. El 31 de mayo se cumplieron cinco años de su consagración a la MTA. En aquel entonces había escrito en su diario, como preparación:

“… Alianza de Amor con el Padre de la Familia. Y ahora que se acerca el 31.5., pienso que tiene que expresarse en esta Alianza de Amor con el Padre y Fundador día tras día: ‘Vayamos a Milwaukee y demos la vida por él.’ “ (1959).

“Desde mi juventud tengo el deseo de morir a la edad de Cristo.”

Este deseo se debía cumplir ahora literalmente. Mario fue internado en el hospital para ser operado. Ya no fue más posible ayudarlo, la Santísima Virgen aceptó el ofrecimiento. Mario reaccionó muy tranquilo ante esta noticia y dijo con una sonrisa: “Interesante, interesante … desde mi juventud tengo el deseo de morir a la edad de Cristo.” Faltaban pocos días para su cumpleaños número 33. El Padre Kentenich lo visitó sorpresivamente el 14 de julio en el hospital, donde conversó a solas con Mario, lo cual fue para este una alegría enorme. También el P. Kentenich estaba conmovido por esta visita y dijo repetidamente que debía haber algo grande en una persona que viviera la entrega total de una manera tan conciente, tan alegre, tan perfecta como Mario. “Para vivir hace falta talento, para morir, gracia”, añadió. De esta conversación con su Padre espiritual, Mario aceptó la sugerencia de ofrecer su vida por tres intenciones: para que Schoenstatt llegue a ser el corazón de la Iglesia, las Hermanas de María el corazón del movimiento femenino, y los Hermanos de María el corazón del movimiento masculino. Al día siguiente, 15 de julio de 1964, Mario murió y fue sepultado provisoriamente en el cementerio de Milwaukee.

En los días siguientes, el P. Kentenich llevó visitas al cementerio, preguntándoles:

“¿Desea ver la tumba de un santo?”

Hoy esta tumba se halla detrás del santuario de Bellavista, Chile, así como Mario se lo había pedido años atrás a la Santísima Virgen.

Quelle: Margareta Wolff, Ihre Herzen haben Feuer gefangen, Schönstatt 2008, ISBN 978-3-00-026075-9